“Cuando el avión despegó, solté algunas lágrimas”, recuerda Andreas Guillén Meza, joven egresado del Instituto Nacional en 2019 quien, desde el 10 de septiembre, vive en la ciudad de Poitiers, Francia, donde ha iniciado sus estudios en Ciencias Sociales en la prestigiosa universidad de Sciences Po.
La emoción no era para menos: este joven de 19 años, proveniente de la comuna de Colbún en la región del Maule, nunca había tenido la experiencia de volar en avión ni de haber estado fuera de Chile. Tras adjudicarse la beca Sciences Po Quiñenco Scholarship for Chile, Guillén inició una travesía que lo mantendrá, al menos, cinco años viviendo en el extranjero.
Andreas cuenta que siempre supo que quería tener estudios vinculados a las ciencias políticas. Desde sus primeros años en básica, sintió afición por la historia, la geografía y la cartografía. Posteriormente, uno de sus pasatiempos fue la elaboración de presentaciones sobre la composición del parlamento, las fuerzas políticas al interior de los ministerios; y el debate de políticas públicas.
“Mientras estuve en el Instituto Nacional formé parte de los grupos de debate, lo que me ayudó a tener una mirada más amplia y a conocer e interactuar con personas con posturas políticas muy diferentes, lo que enriqueció mi mirada sobre el espectro político, me ayudó a derribar mitos y a argumentar mejor”, recuerda Guillén.
Otra de sus aficiones ha sido la vexilología, disciplina consistente en el estudio de las banderas. Hoy, Guillén forma parte de la naciente Corporación Nacional de Vexilología de Chile, de la que es miembro desde 2018, y cuenta con una colección de cerca de 100 banderas que llevó hasta Francia para decorar su habitación, dando cuenta de su pasión por el ámbito internacional.
Con un camino claro en cuanto a sus intereses, este joven institutano se había entregado a otro sueño: estudiar en Francia. “En el Instituto Nacional tuve clases de francés, lo que me permitió aprender el idioma. Además, las profesoras me apoyaron para rendir exitosamente el DELF en distintos niveles, por lo que cada vez me fui nutriendo más y más con conocimientos tanto de la lengua, como de la cultura francesa. Sabía que quería llegar a estudiar allá en algún momento de mi vida”.
El 9 de octubre de 2019 es una fecha que Guillén recuerda con mucha lucidez. Ese día, representantes de la universidad Sciences Po y de la Fundación Luksic Scholars, llegaron hasta el Instituto Nacional para presentar al alumnado un programa que permitiría que un joven chileno estudiara en dicha casa de estudios con una beca financiada por Quiñenco.
“Nunca había escuchado de Sciences Po, pero supe de inmediato que el suyo era el programa perfecto: una beca para estudiar Ciencias Políticas en una de las mejores universidades de Francia”, recuerda Guillén.
Desde ese momento, se abocó a cumplir con las exigencias para postular, al mismo tiempo que preparaba la PSU. No podía dejar su futuro condicionado a una única alternativa, por lo que sabía que debía seguir trabajando para entrar a la Universidad de Chile.
El esfuerzo no fue en vano. Fue el primer chileno en entregar toda la documentación necesaria para postular a Sciences Po y, tras una promisoria entrevista con representantes de la Universidad, por primera vez Andreas sintió que sus sueños podían hacerse realidad.
“A fines de abril inicié mis estudios en la Universidad de Chile, que es una gran universidad, por lo que estaba tranquilo. Si resultaba la beca, bien; pero si no, lo daría todo para hacer una buena carrera en la Chile”, asegura Guillén.
Fue el mismo día que empezó las clases en la Chile cuando recibió el correo de la universidad de Sciences Po, en el cual lo notificaban de que había sido seleccionado para cursar Ciencias Sociales en la sede de la ciudad de Poitiers, especializada en estudios latinoamericanos. Dos o tres semanas más tarde, recibiría un segundo correo, también de Sciences Po: se había convertido en el beneficiario del programa Sciences Po Quiñenco Scholarship for Chile.
“Mi mamá me dice que mientras leía el correo no mostré ninguna señal de emoción. Sólo me quedé callado, para adentro. Recuerdo que nos abrazamos y, probablemente, soltamos alguna lágrima. El 2019 no había sido un año fácil para nosotros en lo familiar y personal, y esta era una gran noticia para iniciar un nuevo año”, recuerda Andreas.
Desde ese día, todo se convirtió en una preparación para su nueva vida. Hoy vive lejos de su familia, con otros estudiantes en Poitiers, una ciudad de tradición universitaria y cerca de 90 mil habitantes ubicada en el corazón de Francia, donde estudiará por los próximos dos años.
Su adaptación a esta nueva etapa tampoco ha estado exenta de dificultades, ya que llegó a Francia poco antes que se empezarán a registrar los primeros rebrotes de coronavirus en el Viejo Continente. Hoy, Andreas se encuentra en una rutina que combina clases presenciales con algunas remotas, al mismo tiempo que busca asentarse en el lugar que será su hogar por los próximos 24 meses.
Una vez cumplido ese plazo, deberá elegir un país diferente a Francia y a Chile para cursar su tercer año de pregrado, antes de dirigirse por dos años más a París a realizar sus estudios de posgrado.
“No tengo claro aún qué cursos de especialización tomaré ni a qué país me iré durante el tercer año, pero tengo tiempo para analizarlo y evaluar todos los factores que inciden en la decisión”, afirma Andreas mientras comenta que el entorno de Poitiers le recuerda a su natal Colbún. “Sus campos y ríos son muy similares. Da un poco de nostalgia”, concluye.